martes, 19 de agosto de 2008

Rareza

Le sonríes a tu luna
para no llorarle al cielo,
y le cuentas en silencio
que tu mal es el de hambruna,
hambruna de sentimientos.
Y la luna viéndote
con lágrimas esconde
la negrura del firmamento,
brillando cual plata al dolor
al dolor de tu alma,
al dolor de estos versos.

Quedan muchos asuntos pendientes,
entradas por escribir y que posiblemente
no serán escritas. Pero hoy toca hablar
de la rareza. De lo raro, lo distinto.

Es una distancia entre dos puntos,
es la palabra del primero en juzgar.
Aquello que da valor al parecido, y
llena de sentido el mirar. Todo esto y
cien cosas más es la rareza.
Exige, como dije, un punto de vista y
una boca para pronunciarlo. De todas las
cosas, tal vez, que hacen referencia a
lo que es extraño, la más importante de
ver es que, dejando de banda el 'yo', una
cosa que es rara para otra, resulta en que
su rareza, medida por los mismos principios,
es la misma de un sentido al otro.

Sería bonito conseguir que aquellos que
creen en la diferencia, lo hicieran como un
valor, y no como algo que merece nuestro
juicio.

(A ver si otro día hablo de los juicios de
valor.)

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